MI AMIGO EL CATECUMENO
Búsqueda y conversión
Por
Olga Carrera
- ¿Quieres ser mi padrino?- me preguntó
Alberto con solemnidad.
- Yo, ¿padrino tuyo? - le dije con absoluto desconcierto - ¿Padrino
de qué? No será de bodas… Tú aún estás muy joven para casarte. Seremos
compadres algún día, pero ¿padrino?
Alberto soltó una gran carcajada.
- Por supuesto que no me caso, quiero
que seas mi padrino en el Rito de
Elección - aclaró aumentando aún más mi confusión.
Alberto era mi compañero de
trabajo. Nos conocíamos desde hacía
varios años y compartíamos los mismos intereses en el área de informática y
computación. Siempre respeté su conocimiento técnico y su ética de trabajo.
- Y ¿qué cosa es un Rito de Elección?-
le pregunté en tono burlón.
Alberto no estaba para bromas. Se lo veía ansioso por obtener mi aceptación,
el problema es que yo no tenía idea de qué era lo que me estaba pidiendo.
- Antonio, - dijo acaparando mi
atención- Eres el único amigo católico que tengo. He decidido convertirme al catolicismo y
necesito un padrino que me represente.
Voy a recibir los Sacramentos de Iniciación en Semana Santa. Ya desde principios de octubre del año
pasado comencé un curso en la Parroquia de San Isidro. Todos mis compañeros catecúmenos tienen
padrino, menos yo. Quisiera que fueras
mi padrino.
Me sentí honrado y avergonzado al mismo
tiempo. Honrado por haber sido
seleccionado para representar un papel tan importante… Avergonzado, porque siendo católico “de
nacimiento”, no sabía nada sobre ese Rito de Elección y me sentía totalmente
incapacitado para ejercer la función de padrino. Decidí que nadie nace aprendido y que ésta
era una gran oportunidad para apoyar a mi amigo y para aprender algo más sobre
mi propia religión.
- Por supuesto que acepto - le dije
dándole un abrazo - aprenderemos juntos sobre el asunto.
Durante el tiempo que me involucré en
la preparación de Alberto como catecúmeno, aprendí muchas cosas nuevas. Por ejemplo,
me enteré de que se les llama catecúmenos a las personas adultas que
están preparándose para recibir por primera vez los sacramentos del Bautismo,
la Confirmación y la Eucaristía. Aprendí
que se llama Rito de Elección porque la Iglesia elige a estos catecúmenos para
recibir los sacramentos y nosotros, padrinos y catequistas, somos los testigos
en su afirmación de fe y en su intención de unirse a la iglesia.
Pero más interesante aún, aprendí sobre
los motivos que habían llevado a mi amigo a tomar tan increíble decisión. La
pregunta retumbaba en mi mente sin cesar:
¿Por qué había decidio, así de repente, abrazar una nueva religión?.
Durante el periodo de catecumenado, el
cual coincidió con el primer Domingo de Cuaresma, tuvimos la oportunidad de
compartir, intercambiar opiniones y profundizar en nuestra fe. Finalmente solté la pregunta. Su respuesta
me llenó de regocijo.
Alberto había pasado su niñez y
adolescencia en medio de una pugna de fe creada por sus padres. Su padre,
bautizado católico pero no practicante, había inculcado en él la semilla
de la fe cristiana. Su madre, proveniente de la zona del Caribe e
influenciada por la Santería, se dejaba arrastrar por las corrientes del
espiritismo y la magia. Alberto había
crecido sin modelos de vida cristiana que le ayudaran a encaminar su fe y a
edificar su espiritualidad.
-Te acuerdas- me dijo Alberto- cuando
me invitaste a acompañarte a ver al Papa Juan Pablo II, durante la Jornada
Mundial de la Juventud?
Por supuesto que lo recordaba. Había
sido una jornada enriquecedora. Todo el mundo quería ver al papa y yo también.
Como no quería ir solo había invitado a Alberto.
- Esa invitación fue la que transformó
mi vida!- explicó mi amigo- Ese año fue
sumamente exitoso en mi carrea profesional. Estaba ganando buen dinero y, a los
26 años parecía haber alcanzado mis metas:
carro propio, ropas de marca…
Pero en el fondo, me sentía vacío y desorientado. Fue esa visita del Papa la que despertó en mí
un interés especial por los católicos y por el catolicismo. El ver tanta
juventud, de países diferentes, conglomerarse en multitudes entusiastas, llenas
de energía y de alegría apresuró en
mí la inquietud por descubrir los
secretos de su felicidad. ¿Qué hace a
estos jóvenes tan radiantes y tan llenos de amor? ¿Qué tiene este Papa que energiza a las
muchedumbres? - Ustedes son la luz del
mundo-.Esas palabras del Papa quedaron grabadas en mi corazón y a ti te
debo la invitación.. Es por eso que para
mí es tan importante que tú seas mi padrino.
Sin saberlo, yo había tenido que ver
con la conversión de mi amigo y por ello estaba orgulloso de acompañarlo por
este sendero de aprendizaje y renovación. Finalmente llegó el día tan
esperado.
Yo no entendía la dicha que
sentía de participar en este Rito de Elección. Ese Sábado Santo durante la
Vigilia Pascual, mi amigo Alberto, mi amigo el catecúmeno recibió con fe y con
júbilo los sacramentos de iniciación: El
Bautizo, la Confirmación y la Santa Comunión.
Me alegré tanto por él. Su nueva vida
en Cristo lo hacía un hombre más feliz y realizado. Me alegré por mí, porque había tenido la
oportunidad de profundizar en mi propia fe y de ser parte importante en el
proceso de búsqueda y conversión de mi estimado amigo. Al finalizar la
ceremonia le entregué un regalo que había escogido especialmente para él: una estatuilla de la sagrada familia tallada
en madera. Quería que esa familia unida y armoniosa de José, María y Jesús,
fueran de aquí en adelante los modelos para su vida presente y futura.
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