jueves, 11 de julio de 2019

El jorobado de Notre Dame



Esta historia que estás a punto de conocer sucedió en París, en una época muy lejana. Se trata de una leyenda que se mantuvo en secreto por muchos años en la catedral de Notre Dame. En realidad, era un lugar muy hermoso, un edificio inmenso y deslumbrante cuyas torres se alzaban hasta el cielo. Cuentan las personas de aquel tiempo, que las paredes de la catedral encerraban un misterio horroroso, pero otras aseguraban que, en realidad, se trataba de una historia de amor como pocas. Esto fue lo que sucedió:
Los niños y los comerciantes que merodeaban cerca de Notre Dame, se horrorizaban cada cierto tiempo con una silueta extraña que se desplazaba por las campanas de la catedral, sobre todo en las noches. Algunos ancianos decían que se trataba de un espíritu, mientras que otros aseguraban que se trataba de una temible bestia peluda que expulsaba fuego por los ojos. La verdad, no era ni una cosa ni la otra, sino un ser humano común que había nacido con una peculiar deformidad en su espalda.
Aquel jorobado de Notre Dame se llamaba Quasimodo, y era un joven muy tímido de noble corazón que había sido condenado a vivir en el interior de la catedral desde los primeros días de su vida. Quasimodo estaba acostumbrado a la soledad del campanario, y todos los días se dedicaba a repicar las campanas y mantener limpio el lugar. El obispo de Notre Dame, de nombre Frollo, era el encargado de mantener al jorobado atrapado en lo alto, y según dicen, era una persona malvada que maltrataba al pobre muchacho y no le tenía el menor cariño.
Con el paso del tiempo, Quasimodo creció y sintió una enorme curiosidad por conocer el mundo bajo sus pies. Así fue que, una tarde de verano en que se celebraba el Festival de los Bufones, el noble jorobado decidió descender del campanario para participar de la fiesta. Al comienzo, tuvo mucho miedo de no ser aceptado, pero a medida que avanzaba entre las personas, pudo reconocer que todos eran muy amables con él.
Había avanzado algunas calles cuando arribó a un espectáculo maravilloso, era una danza seductora interpretada por la gitana Esmeralda, y al verla, Quasimodo quedó encantado con el aspecto de la bella joven. Esmeralda, también fue muy amable con él, e incluso, le invitó a unirse a la fiesta. Más tarde, el capitán Febo, enamorado de la gitana, también apareció y entabló una hermosa amistad con Quasimodo.
Todo aquello le resultó detestable al obispo Frollo, quien enardecido de rencor y odio, decidió apresar a Febo y a Esmeralda para que recibieran un castigo inmerecido. Quasimodo también fue castigado y obligado a regresar al campanario. Durante varios días, el jorobado permaneció encadenado sin poder moverse apenas, y durante ese tiempo se lamentaba de la maldad del mundo, y de personas que, como su amo Frollo, no tenían pureza de corazón.
Finalmente, arribó el día en que el capitán Febo y su amada Esmeralda serían condenados. Las personas se reunieron en torno a la catedral, donde yacían encadenados sobre el estrado los dos enamorados. Cuando el verdugo se disponía a ejecutarlos, se oyó un temible sonido desde lo alto del campanario. ¡Era Quasimodo! El jorobado se había librado de las cadenas y con gran agilidad arribó ante sus dos amigos para liberarlos.
El pueblo comenzó a gritar para apoyar a Quasimodo, pero el obispo Frollo se llenó de una ira incontenible. Rápidamente, el jorobado rompió las cadenas de Esmeralda y del capitán Febo, y reunidos en un abrazo lograron sonreír por primera vez después de largo tiempo. Las personas allí reunidas se sumaron a la celebración, y con gran entusiasmo gritaban el nombre de Quasimodo y le aplaudían por su gran heroísmo.
El obispo Frollo no pudo hacer mucho al respecto, y desde entonces, el jorobado de Notre Dame consiguió librarse de los castigos de su amo y vivir entre las personas como un verdadero héroe, que aunque jorobado y de aspecto extraño, poseía un corazón puro y noble.

El mago de Oz

El mago de Oz y Dorita son tal vez algunos de los personajes más famosos de la literatura y el cine. Seguramente te has enterado de esta historia por el cine, pues la película musical fantástica norteamericana El mago de Oz (1939), fue vista por millones de espectadores y se ha convertido en un clásico del séptimo arte, aunque inicialmente fue pensada como una cinta infantil. Lo que convierte a las piezas de arte en clásicos es precisamente su conexión con la realidad y su resistencia al envejecimiento. Quienes regresamos al filme podemos comprobar que la historia del mago de Oz y Dorita continúa ofreciéndonos una enseñanza sobre el amor y la amistad que podemos aprovechar para nuestra vida actualmente en el siglo XXI.

El mago de Oz en libros y películas

No obstante, muchos no saben que realmente el filme El mago de Oz se basa en un libro El maravilloso mago de Oz, escrito en el año 1900 por el norteamericano Lyman Frank Baum e ilustrado por W. W. Denslow. La costumbre de la industria cultural de tomar historias de la literatura y llevarlas a la gran pantalla es muy antigua. Clásicos del cine como Blancanieves, Caperucita roja, La Bella y la Bestia, Hansel y Gretel… nacieron de la pluma de escritores y luego pasaron por el filtro del público. Una vez que los lectores dieron el visto bueno a las historias, hasta convertirlas en éxitos de ventas, los productores y directores de cine apostaron por un producto seguro. Recordemos que la industria del entretenimiento se basa en el reciclaje de historias: toma las palabras y las convierte en imagen y sonido. Esa es la magia del andamiaje del show business.
En el caso del filme El mago de Oz (1939), los estudios de cine norteamericanos Metro-Goldwyn-Mayer no se equivocaron al escoger esta historia que toca la fibra de los televidentes, incluso tantos años después. ¿Sabes por qué muchos siguen admirando la historia de Dorita? Pues porque esta hermosa niña era tan dulce, a pesar de tener una historia de vida complicada que inspira mucho amor. La protagonista de la novela infantil y la película era huérfana, por lo cual, vivía con sus tíos. Además, la acompañaba todo el tiempo una mascota que era muy amorosa: el perro Totó. La historia comienza cuando la niña es arrastrada cielo arriba por un tornado que aparece de la nada. Ante la vista sorprendida de sus tíos, la nena y su mascota se alejan sin dejar rastro de su paradero. Es así como Dorita y Totó llegan a una tierra donde la fantasía es la reina y señora. Si lees el libro sabrás cómo es la vida de la niña cuando se hace amiga de un hombre de hojalata, un espantapájaros, un león y otros seres increíblemente pintorescos. Este grupo de personajes gracioso tiene una gran cantidad de aventuras increíbles que harán que te diviertas muchísimo.

Un largo camino y unos amigos nuevos

Cuando Dorita se vio fuera de la casa de sus tíos sintió miedo, porque nunca había estado sola por tanto tiempo y tan lejos. Entristecida con la idea de no poder ver nunca más a los únicos familiares que le quedaba en la vida, la niña desesperada pidió un deseo: encontrar el camino a su hogar. Para lograrlo, la protagonista y su mascota fueron a ver al único personaje que podía resolver semejante situación alocada: el mago de Oz.
Durante el recorrido que la niña y el perro emprendieron para conocer al ser que los sacaría de apuros ambos se encontraron con una serie de personajes conforman la historia de este cuento. En primer lugar se toparon con un espantapájaros que necesitaba un cerebro. Luego, un hombre de hojalata que rogaba por un corazón. Por último, estaba en el camino un león muy cobarde, que se sintió intimidado por el perrito de Dorita. Como notarás, cada uno de los personajes tenía un deseo muy fuerte que querían satisfacer para ser felices. Todos emprendieron juntos el camino, esperando que el famoso mago de Oz los ayudara.
Luego de innumerables aventuras cada uno de ellos conquistó sus metas, volviéndose más fuertes y confiados en sí mismos. ¿Quieres saber cómo termina la historia? Pues Dorita despierta de un sueño y se da cuenta de que todo es producto de su imaginación.

El mago de Oz

En una granja de Kansas es donde sucede esta historia. Se trata de Dorita, una niña que junto a su perro Totó fue atrapada por un tornado y trasladada hasta tierras muy lejanas.
Para sorpresa de Dorita había llegado a un mundo poblado por seres extraños. ¡Tenía que encontrar el camino a su casa! Así fue preguntando cómo hacerlo hasta que un hada le recomendó consultar al mago de Oz.
¿Cómo hallarlo?-Sigue el camino de las baldosas amarillas-le dijo el hada.
En el recorrido para llegar hasta el mago de Oz, Dorita y su perro Totó se encontraron a un espantapájaros que clamaba por tener un cerebro. Al no poder ayudar a su nuevo amigo, la niña lo invitó a caminar juntos para encontrar al mago y pedirle un consejo.
También se les unió un hombre de hojalata. Este se encontraba triste porque quería un corazón y no encontraba la forma de solucionar su problema. Más tarde, hallaron a un león que a diferencia de los de su especie era miedoso. Entonces, le invitaron a ver al mago de Oz para que este le ayudara.
Después de mucho andar y vivir muchas aventuras, Dorita, Totó, el espantapájaros, el hombre de hojalata y león llegaron al país del mago de Oz donde fueron recibidos por un guardián. Tras preguntar qué quería, los dejó pasar.
El mago de Oz escuchó atentos los deseos de sus visitantes y les dijo que los ayudaría si vencían a una bruja que causaba muchas molestias a su reino. Los nuevos amigos aceptaron.
A salir para cumplir su encomienda, los cinco amigos pasaron por un campo de amapolas y el aroma de estas flores los durmió. Tal situación permitió que unos monos, mensajeros de la bruja, los atraparan y llevaran con la malvada.
Por casualidad, y debido a su miedo, cuando Dorita vio a la bruja le lanzó un cubo de agua a la cara. Tal acción hizo que la bruja se volviera un charco de agua. Y es que esa era la solución para terminar con los hechizos que habían azotado al país del mago de Oz.
Al morir la bruja, el hombre de hojalata, el león y el espantapájaros vieron cumplidos sus deseos. Sin embargo, Dorita y Totó no había podido regresar a su granja en Kansas.
La curiosidad de Totó hizo que Dorita descubriera que el mago de Oz era un anciano que deseaba retirarse a un lugar donde pudiera retirarse. Dorita lo siguió en esta travesía y juntos emprendieron un vuelo en globo.
La travesía cambió su rumbo cuando Totó se cayó del globo y ella saltó tras él. Mientras caía, Dorita somó con sus amigos y escuchó como el hada le decía que pensara en lo bien que se estaba en el hogar.
La niña pensó con todas sus fuerzas:-No hay lugar más feliz que la casa propia.
Al abrir sus ojos se encontró otra vez en Kansas. Escuchó la voz de sus tíos y corrió a abrazarlos. Dorita solo había estando soñando pero vivió en ese mundo de fantasía una experiencia inolvidable.

El mago de Oz

El mago de Oz y Dorita son tal vez algunos de los personajes más famosos de la literatura y el cine. Seguramente te has enterado de esta historia por el cine, pues la película musical fantástica norteamericana El mago de Oz (1939), fue vista por millones de espectadores y se ha convertido en un clásico del séptimo arte, aunque inicialmente fue pensada como una cinta infantil. Lo que convierte a las piezas de arte en clásicos es precisamente su conexión con la realidad y su resistencia al envejecimiento. Quienes regresamos al filme podemos comprobar que la historia del mago de Oz y Dorita continúa ofreciéndonos una enseñanza sobre el amor y la amistad que podemos aprovechar para nuestra vida actualmente en el siglo XXI.

El mago de Oz en libros y películas

No obstante, muchos no saben que realmente el filme El mago de Oz se basa en un libro El maravilloso mago de Oz, escrito en el año 1900 por el norteamericano Lyman Frank Baum e ilustrado por W. W. Denslow. La costumbre de la industria cultural de tomar historias de la literatura y llevarlas a la gran pantalla es muy antigua. Clásicos del cine como Blancanieves, Caperucita roja, La Bella y la Bestia, Hansel y Gretel… nacieron de la pluma de escritores y luego pasaron por el filtro del público. Una vez que los lectores dieron el visto bueno a las historias, hasta convertirlas en éxitos de ventas, los productores y directores de cine apostaron por un producto seguro. Recordemos que la industria del entretenimiento se basa en el reciclaje de historias: toma las palabras y las convierte en imagen y sonido. Esa es la magia del andamiaje del show business.
En el caso del filme El mago de Oz (1939), los estudios de cine norteamericanos Metro-Goldwyn-Mayer no se equivocaron al escoger esta historia que toca la fibra de los televidentes, incluso tantos años después. ¿Sabes por qué muchos siguen admirando la historia de Dorita? Pues porque esta hermosa niña era tan dulce, a pesar de tener una historia de vida complicada que inspira mucho amor. La protagonista de la novela infantil y la película era huérfana, por lo cual, vivía con sus tíos. Además, la acompañaba todo el tiempo una mascota que era muy amorosa: el perro Totó. La historia comienza cuando la niña es arrastrada cielo arriba por un tornado que aparece de la nada. Ante la vista sorprendida de sus tíos, la nena y su mascota se alejan sin dejar rastro de su paradero. Es así como Dorita y Totó llegan a una tierra donde la fantasía es la reina y señora. Si lees el libro sabrás cómo es la vida de la niña cuando se hace amiga de un hombre de hojalata, un espantapájaros, un león y otros seres increíblemente pintorescos. Este grupo de personajes gracioso tiene una gran cantidad de aventuras increíbles que harán que te diviertas muchísimo.

Un largo camino y unos amigos nuevos

Cuando Dorita se vio fuera de la casa de sus tíos sintió miedo, porque nunca había estado sola por tanto tiempo y tan lejos. Entristecida con la idea de no poder ver nunca más a los únicos familiares que le quedaba en la vida, la niña desesperada pidió un deseo: encontrar el camino a su hogar. Para lograrlo, la protagonista y su mascota fueron a ver al único personaje que podía resolver semejante situación alocada: el mago de Oz.
Durante el recorrido que la niña y el perro emprendieron para conocer al ser que los sacaría de apuros ambos se encontraron con una serie de personajes conforman la historia de este cuento. En primer lugar se toparon con un espantapájaros que necesitaba un cerebro. Luego, un hombre de hojalata que rogaba por un corazón. Por último, estaba en el camino un león muy cobarde, que se sintió intimidado por el perrito de Dorita. Como notarás, cada uno de los personajes tenía un deseo muy fuerte que querían satisfacer para ser felices. Todos emprendieron juntos el camino, esperando que el famoso mago de Oz los ayudara.
Luego de innumerables aventuras cada uno de ellos conquistó sus metas, volviéndose más fuertes y confiados en sí mismos. ¿Quieres saber cómo termina la historia? Pues Dorita despierta de un sueño y se da cuenta de que todo es producto de su imaginación.

El mago de Oz

En una granja de Kansas es donde sucede esta historia. Se trata de Dorita, una niña que junto a su perro Totó fue atrapada por un tornado y trasladada hasta tierras muy lejanas.
Para sorpresa de Dorita había llegado a un mundo poblado por seres extraños. ¡Tenía que encontrar el camino a su casa! Así fue preguntando cómo hacerlo hasta que un hada le recomendó consultar al mago de Oz.
¿Cómo hallarlo?-Sigue el camino de las baldosas amarillas-le dijo el hada.
En el recorrido para llegar hasta el mago de Oz, Dorita y su perro Totó se encontraron a un espantapájaros que clamaba por tener un cerebro. Al no poder ayudar a su nuevo amigo, la niña lo invitó a caminar juntos para encontrar al mago y pedirle un consejo.
También se les unió un hombre de hojalata. Este se encontraba triste porque quería un corazón y no encontraba la forma de solucionar su problema. Más tarde, hallaron a un león que a diferencia de los de su especie era miedoso. Entonces, le invitaron a ver al mago de Oz para que este le ayudara.
Después de mucho andar y vivir muchas aventuras, Dorita, Totó, el espantapájaros, el hombre de hojalata y león llegaron al país del mago de Oz donde fueron recibidos por un guardián. Tras preguntar qué quería, los dejó pasar.
El mago de Oz escuchó atentos los deseos de sus visitantes y les dijo que los ayudaría si vencían a una bruja que causaba muchas molestias a su reino. Los nuevos amigos aceptaron.
A salir para cumplir su encomienda, los cinco amigos pasaron por un campo de amapolas y el aroma de estas flores los durmió. Tal situación permitió que unos monos, mensajeros de la bruja, los atraparan y llevaran con la malvada.
Por casualidad, y debido a su miedo, cuando Dorita vio a la bruja le lanzó un cubo de agua a la cara. Tal acción hizo que la bruja se volviera un charco de agua. Y es que esa era la solución para terminar con los hechizos que habían azotado al país del mago de Oz.
Al morir la bruja, el hombre de hojalata, el león y el espantapájaros vieron cumplidos sus deseos. Sin embargo, Dorita y Totó no había podido regresar a su granja en Kansas.
La curiosidad de Totó hizo que Dorita descubriera que el mago de Oz era un anciano que deseaba retirarse a un lugar donde pudiera retirarse. Dorita lo siguió en esta travesía y juntos emprendieron un vuelo en globo.
La travesía cambió su rumbo cuando Totó se cayó del globo y ella saltó tras él. Mientras caía, Dorita somó con sus amigos y escuchó como el hada le decía que pensara en lo bien que se estaba en el hogar.
La niña pensó con todas sus fuerzas:-No hay lugar más feliz que la casa propia.
Al abrir sus ojos se encontró otra vez en Kansas. Escuchó la voz de sus tíos y corrió a abrazarlos. Dorita solo había estando soñando pero vivió en ese mundo de fantasía una experiencia inolvidable.

El gigante egoista

Hace muchos años, en un pequeño pueblo, existían cinco niños muy amigos que cada tarde salían a jugar al bosque. Los pequeños correteaban por la yerba, saltaban a los árboles y se bañaban en los ríos con gran felicidad. En realidad, eran muy unidos y les gustaba sentirse en compañía de los animales y el calor que les brindaba el Sol. Sin embargo, cierta tarde, los niños se alejaron del bosque y fueron a dar con un inmenso castillo resguardado por unos altos muros.
Sin poder contener la curiosidad, treparon los muros y se adentraron en el jardín del castillo, y después de varias horas de juego, sintieron una voz terrible que provenía de adentro. “¿Qué hacen en mi castillo? ¡Fuera de aquí!”.
Asaltados por el miedo, los cinco niños se quedaron inmóviles mirando hacia todas partes, pero en seguida se asomó ante sus ojos un gigante egoísta horroroso con los ojos amarillos. “Este es mi castillo, rufianes. No quiero que nadie ande merodeando. Largo de aquí y no se atrevan a regresar. ¡Fuera!”. Sin pensarlo dos veces, los niños salieron disparados a toda velocidad de aquel lugar hasta perderse en la lejanía.
Para asegurarse de que ningún otro intruso penetraría en el castillo, el gigante reforzó los muros con plantas repletas de espinas y gruesas cadenas que apenas dejaban mirar hacia el interior. Además, en la puerta principal, el gigante egoísta y malhumorado colocó un cartel enorme donde se leía: “¡No entrar!”.
A pesar de todas estas medidas, los niños no se dieron por vencidos, y cada mañana se acercaban sigilosos a los alrededores del castillo para contemplar al gigante. Allí se quedaban por un largo rato hasta que luego regresaban con tristeza a casa. Tiempo después, tras la primavera, arribó el verano, luego el otoño, y finalmente el invierno. En pocos días, la nieve cubrió el castillo del gigante y le aportó un aspecto sombrío y feo. Los fuertes vientos arreciaban en las ventanas y las puertas, y el gigante permanecía sentado en su sillón deseando que regresara nuevamente la primavera.
Al cabo de los meses, el frío por fin se despidió y dio paso a la primavera. El bosque gozó nuevamente de un verde brillante muy hermoso, el Sol penetró en la tierra y los animales abandonaron sus guaridas para poblar y llenar de vida la región. Sin embargo, eso no sucedió en el castillo del gigante egoísta. Allí la nieve aún permanecía reinando, y los árboles apenas habían asomado sus ramas verdosas.
“¡Qué desdicha!” – se lamentaba el gigante – “Todos pueden disfrutar de la primavera menos yo, y ahora mi jardín es un espacio vacío y triste”.
Afligido por su suerte, este se tumbó en su lecho y allí hubiese quedado para siempre sino fuese porque un buen día oyó con gran sorpresa el cantar de un sinsonte en la ventana. Asombrado y sin poder creerlo aún, el gigante se asomó y esbozó una sonrisa en sus labios. Su jardín había recuperado la alegría, y ahora, no sólo los árboles ofrecían unas ramas verdes y hermosas, sino que las flores también habían decidido crecer, y para su sorpresa, los niños también se encontraban en aquel lugar jugando y correteando de un lado hacia el otro.
“¿Cómo pude ser tan egoísta? Los niños me han traído la primavera y ahora me siento más feliz” – así gritaba el gigante mientras descendía las escaleras para salir al jardín. Al llegar al lugar, descubrió que los pequeñines trepaban a los árboles y se divertían alegremente. Todos menos uno, que por ser el más chico no podía trepar a ningún árbol.
Compadecido con aquel niño, el gigante egoísta decidió ayudarlo y tendió su mano para que este pudiera subir al árbol. Entonces, la enorme criatura eliminó las plantas con espinas que había colocado en su muro y también las cadenas que impedían el paso hacia su castillo.
Sin embargo, cuando los niños le vieron sintieron miedo de que el gigante egoísta les expulsará del lugar, y sin perder tiempo se apresuraron a marcharse del castillo, pero el niño más pequeño quedó entonces atrapado en el árbol sin poder descender. Para su sorpresa, las flores se marchitaron, la yerba se tornó gris y los árboles comenzaron a llenarse de nieve.
Con gran tristeza, el gigante le pidió al chico que no llorara, y en cambio le dijo que podía quedarse y jugar en su jardín todo el tiempo que quisiera. Entonces, los demás niños que permanecían escondidos desde fuera del muro, comprendieron que este no era malo, y que por fin podían estar en el jardín sin temor a ser expulsados.
Desde ese entonces, cada año cuando la primavera arriba al bosque, los niños se apresuran hacia el castillo del gigante para llenar de vida su jardín y sus flores.

El enano saltarin

Hace mucho tiempo, existió un rey que gustaba de dar largos paseos por el bosque. Un buen día, y cansado de tanto cabalgar, el monarca llegó a una humilde casita entre los árboles. En aquel lugar, vivía un agricultor con su hija joven, la cual rápidamente se ganó la admiración del rey por su belleza.
“Mi hija no solo es bella, sino que también tiene un don especial” – alardeaba el campesino. Cuando el rey le preguntó de qué se trataba, el anciano respondió que la muchacha era capaz de convertir en oro la paja seca con el uso de una rueca. “Genial, la llevaré conmigo al palacio” – gritó entonces el rey.
Al llegar al enorme castillo, el monarca condujo a la joven doncella hacia una habitación donde se encontraba una rueca rodeada de paja. “A la mañana siguiente vendré a ver si es verdad que puedes convertir todo esto en oro. Si me engañas, tú y tu padre sufrirán las consecuencias por haberme mentido”.
Al no saber qué hacer, la pobre muchacha se desplomó en el suelo y se puso a llorar hasta la llegada de la noche. Entonces, cuando dieron exactamente las doce en el reloj, apareció por una de las ventanas, un enano narizón que prometió ayudarla.
“Si me regalas tu collar, convertiré toda esta paja en oro” – dijo el enano con una voz suave, y sin pensarlo dos veces, la hermosa joven le entregó su collar a la criatura, y esta se dispuso a hilar la rueca con toda la paja de la habitación. A la mañana siguiente, el rey abrió la puerta y quedó boquiabierto de ver que, efectivamente, toda la paja había sido convertida en oro.
Cegado por su ambición, el rey tomó a la muchacha por las manos y la llevó hacia otra habitación mucho más grande que la anterior. Enormes bultos de paja se extendían hasta el techo. “Ahora debes hacer lo mismo en esta habitación. Si no lo haces, verás las consecuencias de tu engaño”, le dijo el monarca antes de cerrar la puerta.
La suerte de la muchacha no había cambiado, y tan nerviosa se puso que se tumbó en el suelo a llorar desconsoladamente. A las doce en punto de la noche, apareció nuevamente el enano narizón que la había ayudado. “Si me das esa sortija que brilla en tus dedos, te ayudaré a convertir toda esta paja en oro”, le dijo la criatura a la muchacha, y esta no dudo un segundo en cumplir su parte del trato.
Para sorpresa del rey, cuando regresó a la mañana siguiente, la habitación se encontraba repleta de hilos de oro, y fue tanta su avaricia, que decidió casarse entonces con la pobre muchacha, pero a cambio debía repetir el acto mágico una vez más.
Tan triste se puso aquella joven, que no tuvo más remedio que echarse a llorar durante toda la noche. Como era costumbre, el enano narizón apareció entonces a las doce de la noche y acercándose lentamente a la muchacha le dijo: “No llores más, hermosa. Te ayudaré con el rey, pero deberás entregarme algo a cambio”.
“No tengo más joyas que darte”, exclamó la muchacha con pesadumbre, pero el enano le pidió entonces una cosa mucho más importante: “Cuando nazca tu primer hijo, deberás entregármelo sin dudar. ¿Aceptas?”. La princesa no tuvo que pensarlo mucho, y tal como había prometido el enano, convirtió toda la paja de la habitación en oro usando la rueca.
En las primeras horas de la mañana siguiente, el rey apareció como de costumbre, y al ver que era más rico aún gracias a la muchacha, ordenó a sus súbditos que preparan un banquete de bodas gigante para casarse de inmediato.
Al cabo de un año, el rey y la nueva reina tuvieron su primer hijo, y aunque la muchacha había olvidado por completo la promesa del enano narizón, este apareció una buena noche en la ventana de su alcoba. “He venido a llevarme lo prometido. Entrégame a tu hijo como acordamos”, susurró el enano entre risas. “Por favor, criatura. No te lleves lo que más amo en este mundo”, suplicó la reina arrodillada, “te daré todo lo que desees, montañas de oro, mares de plata, todo porque dejes a mi hijo en paz”.
Pero el enano no se dejó convencer, y tanta fue la insistencia de la muchacha que finalmente, la criatura le dijo: “Sólo hay un modo de que puedas romper la promesa, y es el siguiente: dentro de tres noches vendré nuevamente a buscarte, si para ese entonces adivinas mi nombre, te dejaré en paz”. Y dicho aquello se desapareció al instante.
La reina, decidió entonces averiguar por todos los medios el nombre de aquella criatura, por lo que mandó a sus guardias a todos los rincones del mundo y les ordenó que no volvieran si no traían una respuesta. Tras dos días y dos noches, apareció uno de los guardias, contando la historia de un enano que había visto caminando por el bosque, mientras cantaba lo siguiente:
“Soy un duende maldito,
Inteligente como yo, nunca encontrarán
Mañana me llevaré al niño
Y el nombre de Rumpelstiltskin, jamás adivinarán”
Así pudo saber la reina el nombre del enano narizón, y cuando se apareció en la noche le dijo: “Tu nombre es Rumpelstiltskin”. Entre gritos y lamentos, el enano comenzó a dar saltos enfurecidos por toda la habitación, y tanto fue su enfado, que saltando y saltando llegó al borde del balcón y se cayó en el foso del castillo, quedando atrapado allí para siempre.

En la ciudad de Pamplona

En la ciudad de Pamplona hay una plaza. En la plaza hay una esquina. En la esquina hay una casa. En la casa hay una pieza. En la pieza hay ...