APRENDER
A REZAR
Por Olga Carrera
-Papá
ponte cómodo en tu butaca- indicó Sofía, al tiempo que le traía a su padre un
vaso de agua -Te tengo una noticia súper importante! ¿Quieres un taburete para
poner los pies en alto?- agregó haciendo equilibrio cual malabarista de circo.
Apoyada en un pie empujaba el taburete con el otro, mientras que sostenía el
vaso de agua en su mano izquierda y un manojo de papeles en la derecha.
Don
Paco la miró con perceptible sospecha.
Debe ser una noticia muy buena- pensó- Esta chica rebosa de
alegría. Sofía era la menor de sus
cuatro hijos y la única mujer.
-¡A
ver!, qué es eso tan importante que tienes que decirme- dijo don Paco cerrando
su libro de oraciones y dispuesto a escuchar con atención.
-
¡Me salió la beca! ¡Me voy a estudiar a
Inglaterra!.
El
corazón de don Paco se encogió y sintió un sudor frío correr por su frente. –
Tiene que ser un error- especuló - Las becas se las dan a gente con conexiones.
Nosotros no conocemos a nadie. Además,
¿para qué quiere esta niña seguir estudiando?
-
¿Estás segura?- atinó a balbucear
- Sí papá, ya me confirmaron. Mi nombre salió elegido. Solamente tengo que hacerme unos exámenes
médicos y mi viaje estaría listo para mayo.
Hubo
un silencio incómodo. La sonrisa de Sofía comenzó a disiparse.
-
¿Por qué quieres irte? - inquirió don Paco evidenciando su desaprobación.- ¿Es
que acaso no estás a gusto con tu familia? ¿Por qué no quieres estar con
nosotros? ¿Por qué quieres dejar tu país? Tus hermanos han hecho sus vidas
aquí…¡y tú piensas que necesitas irte al otro lado del océano, en donde ni
siquiera hablan castellano!
-
Papá, mi decisión no tiene que ver nada con la familia ni con la patria. Es una oportunidad única de aprender un nuevo
idioma y cursar estudios superiores. Serán solamente dos o tres años. Después regresaré y todo seguirá como
siempre. Tú también dejaste tu país y
eso no significa que no quisieras a tu familia.
-
Es verdad hija… pero mi país estaba en guerra….
Don
Paco no podía retenerla. Sofía era mayor
de edad y parecía estar muy segura de lo que quería. Lo único que le quedaba era rezar por ella, y
así lo hizo. Oró con todo fervor y en cada una de sus oraciones había una
intención especial por su hija Sofía.
El
trece de mayo Sofía partió para Inglaterra.
Su avión se perdió entre las nubes dejando en Don Paco un vacío
insostenible. Invocó una oración a la
Virgen de Fátima y le pidió que este trece de mayo le concediera un milagro
especial: ver regresar a ese avión y ver a
Sofía cambiar de parecer…. El avión siguió su curso. Sofía llevó a cabo su plan.
Sofía
cumplió su promesa. Tres años más tarde
regresaba triunfante con el diploma por el que había trabajado con tanta
pasión. Pero no volvió sola. Venía
acompañada de Ramiro, su esposo, un joven costarricense que había conocido en
su clase de Ciencias Políticas. Como
era de esperarse, la noticia de la boda había desatado otra avalancha de
oraciones por parte de don Paco.
Finalmente tenía la oportunidad de conocer a su yerno y algo en su
corazón le dijo que su hija estaba en buenas manos.
Con
el fallecimiento del padre de Ramiro, se dio la necesidad de que Ramiro mismo
tomara las riendas de los negocios familiares Su madre, ahora viuda y aquejada
por una enfermedad debilitante, no podría sola y una vez más se encontró Sofía
ante el dilema de tener que anunciar a su padre la noticia de una larga
separación.
-Papá
–dijo Sofía- necesito que te pongas cómodo en tu butaca. Tengo que decirte algo muy importante-Y procedió a darle los
detalles de cómo habían decidido emigrar a otro país, pero esta vez
permanentemente.
Don
Paco abrazó fuertemente a su hija y luego le pidió que se sentara.
- Me da pena saber que te vas de nuevo hija
querida- comenzó diciendo- pero esta vez te veré partir acompañada de tu esposo
y de tus hijos. Oraré por ustedes y pediré a Dios que los proteja a donde
vayan. Sé que me escuchará, porque
ahora ya he aprendido a rezar.
Sofía
estaba un poco confundida. Su padre
había sido catequista y había sido miembro activo en su parroquia por más de
treinta años. ¿Cómo ahora le decía que
recién había aprendido a rezar?
-
La primera vez que anunciaste tu partida- aclaró don Paco- recé con gran fervor
y pedí a Dios y a María Santísima que ese viaje no se diera. Para mi decepción, mis oraciones no fueron
escuchadas y nunca entendí por qué.
Solamente ahora comprendo… Si Dios me hubiese complacido, no tendrías ese hogar
tan hermoso que has formado con Ramiro, ni me hubieses dado esos nietos tan
especiales. ¡Ahora caigo en cuenta de
que no sabía rezar!. No debí de haber
orado por evitar tu partida sino por tu felicidad y por tu crecimiento
espiritual.
Es un hermoso mensaje y se corresponde con mi vivencia personal. Mis dos hijos migraron definitivamente a diferentes países y con un año de diferencia.... Realmente aprendí a rezar... Ahora veo que son felices y más maduros por todo lo que han logrado... además del regalo de mis queridos nietos
ResponderBorrarQue lindo tu comentario. Sin duda un texto muy actual y adecuado a tu vivencia personal.
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