viernes, 17 de abril de 2020

APRENDER A REZAR por Olga Carrera

APRENDER A REZAR 

Por Olga Carrera


-Papá ponte cómodo en tu butaca- indicó Sofía, al tiempo que le traía a su padre un vaso de agua -Te tengo una noticia súper importante! ¿Quieres un taburete para poner los pies en alto?- agregó haciendo equilibrio cual malabarista de circo. Apoyada en un pie empujaba el taburete con el otro, mientras que sostenía el vaso de agua en su mano izquierda y un manojo de papeles en la derecha.

Don Paco la miró con perceptible sospecha.  Debe ser una noticia muy buena- pensó- Esta chica rebosa de alegría.  Sofía era la menor de sus cuatro hijos y la única mujer.

-¡A ver!, qué es eso tan importante que tienes que decirme- dijo don Paco cerrando su libro de oraciones y dispuesto a escuchar con atención.
- ¡Me salió la beca!  ¡Me voy a estudiar a Inglaterra!.

El corazón de don Paco se encogió y sintió un sudor frío correr por su frente. – Tiene que ser un error- especuló - Las becas se las dan a gente con conexiones. Nosotros no conocemos a nadie.  Además, ¿para qué quiere esta niña seguir estudiando?

- ¿Estás segura?- atinó a balbucear

-  Sí papá, ya me confirmaron.  Mi nombre salió elegido.  Solamente tengo que hacerme unos exámenes médicos y mi viaje estaría listo para mayo.

Hubo un silencio incómodo. La sonrisa de Sofía comenzó a disiparse.

- ¿Por qué quieres irte? - inquirió don Paco evidenciando su desaprobación.- ¿Es que acaso no estás a gusto con tu familia? ¿Por qué no quieres estar con nosotros? ¿Por qué quieres dejar tu país? Tus hermanos han hecho sus vidas aquí…¡y tú piensas que necesitas irte al otro lado del océano, en donde ni siquiera hablan castellano!

- Papá, mi decisión no tiene que ver nada con la familia ni con la patria.  Es una oportunidad única de aprender un nuevo idioma y cursar estudios superiores. Serán solamente dos o tres años.  Después regresaré y todo seguirá como siempre.  Tú también dejaste tu país y eso no significa que no quisieras a tu familia.

- Es verdad hija… pero mi país estaba en guerra….

Don Paco no podía retenerla.  Sofía era mayor de edad y parecía estar muy segura de lo que quería.  Lo único que le quedaba era rezar por ella, y así lo hizo. Oró con todo fervor y en cada una de sus oraciones había una intención especial por su hija Sofía.

El trece de mayo Sofía partió para Inglaterra.  Su avión se perdió entre las nubes dejando en Don Paco un vacío insostenible.  Invocó una oración a la Virgen de Fátima y le pidió que este trece de mayo le concediera un milagro especial: ver regresar a ese avión y ver a  Sofía cambiar de parecer…. El avión siguió su curso.  Sofía llevó a cabo su plan.

Sofía cumplió su promesa.  Tres años más tarde regresaba triunfante con el diploma por el que había trabajado con tanta pasión.  Pero no volvió sola. Venía acompañada de Ramiro, su esposo, un joven costarricense que había conocido en su clase de Ciencias Políticas.   Como era de esperarse, la noticia de la boda había desatado otra avalancha de oraciones por parte de don Paco.  Finalmente tenía la oportunidad de conocer a su yerno y algo en su corazón le dijo que su hija estaba en buenas manos.

Con el fallecimiento del padre de Ramiro, se dio la necesidad de que Ramiro mismo tomara las riendas de los negocios familiares Su madre, ahora viuda y aquejada por una enfermedad debilitante, no podría sola y una vez más se encontró Sofía ante el dilema de tener que anunciar a su padre la noticia de una larga separación.

-Papá –dijo Sofía- necesito que te pongas cómodo en tu butaca.  Tengo que decirte algo  muy importante-Y procedió a darle los detalles de cómo habían decidido emigrar a otro país, pero esta vez permanentemente.

Don Paco abrazó fuertemente a su hija y luego le pidió que se sentara.

-  Me da pena saber que te vas de nuevo hija querida- comenzó diciendo- pero esta vez te veré partir acompañada de tu esposo y de tus hijos. Oraré por ustedes y pediré a Dios que los proteja a donde vayan.  Sé que me escuchará, porque ahora  ya he aprendido a rezar.

Sofía estaba un poco confundida.  Su padre había sido catequista y había sido miembro activo en su parroquia por más de treinta años.  ¿Cómo ahora le decía que recién había aprendido a rezar?

- La primera vez que anunciaste tu partida- aclaró don Paco- recé con gran fervor y pedí a Dios y a María Santísima que ese viaje no se diera.  Para mi decepción, mis oraciones no fueron escuchadas y nunca entendí  por qué. Solamente ahora comprendo… Si Dios me hubiese complacido, no tendrías ese hogar tan hermoso que has formado con Ramiro, ni me hubieses dado esos nietos tan especiales.  ¡Ahora caigo en cuenta de que no sabía rezar!.  No debí de haber orado por evitar tu partida sino por tu felicidad y por tu crecimiento espiritual.

-  Papá- dijo Sofía dándole un cariñoso abrazo a su padre- nunca es tarde para aprender a rezar.

2 comentarios:

  1. Es un hermoso mensaje y se corresponde con mi vivencia personal. Mis dos hijos migraron definitivamente a diferentes países y con un año de diferencia.... Realmente aprendí a rezar... Ahora veo que son felices y más maduros por todo lo que han logrado... además del regalo de mis queridos nietos

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    1. Que lindo tu comentario. Sin duda un texto muy actual y adecuado a tu vivencia personal.

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