De: Tulio Febres Cordero
Según
la tradición de los Mirripuyes de los Andes venezolanos, fue Caribay la primera
mujer. Era hija del ardiente Zuhé (el Sol) y la pálida Chía (la Luna). Vivía en
armonía con la naturaleza, considerada la protectora del bosque. Imitaba el
canto de los pájaros y jugaba con las flores y los árboles.
Una
vez Caribay vio volar por el cielo cinco águilas blancas y se enamoró de sus
hermosas plumas. Fue entonces tras ellas, atravesando valles y montañas,
siguiendo siempre las sombras que las aves dibujaban en el suelo. Llegó al fin
a la cima de un risco desde el cual vio como las águilas se perdían en las
alturas. Caribay se entristeció e invocó a Chía y al poco tiempo pudo ver otra
vez a las cinco hermosas águilas. Mientras las águilas descendían a las
sierras, Caribay cantaba dulcemente.
Cada una de estas aves descendió sobre un risco, y se quedaron las
cinco inmóviles. Caribay quería adornarse con esas plumas tan raras y
espléndidas y corrió hacia ellas para arrancárselas, pero un frío glacial
entumeció sus manos, las águilas estaban congeladas, convertidas en cinco masas
enormes de hielo. Entonces Caribay huyó aterrorizada. Poco después la Luna se
oscureció y las cinco águilas despertaron furiosas y sacudieron sus alas y la
montaña toda se engalanó con su plumaje blanco.
Éste es el origen de las sierras nevadas de Mérida, los
cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas
nevadas son el furioso despertar de las águilas, y el silbido del viento es
todo lo que quedó del canto triste y dulce de la joven Caribay.
es un hermosa texto sobre las 5 aguilas me encanto
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